martes, 15 de octubre de 2013

"La casa de Dostoievsky", de Jorge Edwards

La casa de Dostoievski, Jorge Edwards, novela, Premio Cervantes
La Casa de Dostoievsky, de Jorge Edwards


Título: La casa de Dostoievsky
Autor: Jorge Edwards
Género: Novela
Primera edición: 2008
Edición comentada: Planeta-Casa de América

La casa de Dostoievsky, de Jorge Edwards 

Resulta que el gran poeta chileno Enrique Lihn (1929–1988) padecía una suerte de síndrome de Diógenes que le empujaba a acumular en casa todo tipo de trastos. Durante una época vivió en un dormitorio alquilado donde había ido guardando zapatos, papeles, libros… El acopio de retales llegó a tal grado que un día no pudo abrir la puerta y tuvo que salir por la ventana. Como había dejado la llave dentro, Lihn decidió no regresar jamás.
Jorge Edwards escribió un relato largo (unas setenta páginas) sobre el suceso, pero mientras lo corregía se percató de que aquella historia daba para mucho más. Daba, exactamente, para La Casa de Dostoievsky (Planeta-Casa de América), obra con la que ganó el premio Cervantes en 2008.
Muy buena novela –lo anticipo ya– ambientada en Santiago de Chile, París, Cuba y de nuevo en Santiago de Chile. El libro narra las malandanzas de quien es citado en sus páginas de manera aséptica como “el Poeta”, trasunto del propio Lihn, un individuo libre o libertino (que escoja el lector del libro) que simboliza la manera de pensar y de vivir de los intelectuales en general y de los escritores chilenos en particular que luchaban (¿luchan?) por mejorar el sistema social y que, llegado el momento, tuvieron que afrontar la condena al fracaso de algunos de sus sueños.
La casa de Dostoievsky (ahora sin cursivas: no hablo del libro sino de la casa en sí) es una morada desapacible, desastrada, en la que vive el Poeta, lugar de refugio de sus ilusiones y frustraciones, compartidas de algún modo por la generación literaria chilena de la época, la que va de los años 40 a 80 del pasado siglo. La referencia al maestro ruso no es casual: Fiodor Dostoievski, ilustre “culo de mal asiento”, vivió en numerosas casas; tanto es así que nunca habitó más de tres años en la misma vivienda.
Edwards, al explicar el libro durante su promoción, afirmó que en La Casa de Dostoievski “también se hace la crítica de la crítica”. Cierto. En la novela no quedan bien parados ni el sistema ni los que critican el sistema. El premio Cervantes nos ofrece un retrato gris del socialismo practicado en Cuba o Rusia, un socialismo (o comunismo, si se prefiere) que en un principio contó con la colaboración voluntariosa de muchos intelectuales, algunos de los cuales con el paso del tiempo fueron coaccionados (como le ocurrió al personaje Heberto Padilla, que acaba claudicando) a renunciar a sus ideales para apoyar una causa en la que ya no creían.  
Se suele citar el humor como uno de los elementos destacables en La casa de Dostoievsky, aunque confieso haber sido impermeable a ese humor. La Casa de Dostoievsky (muy mal acogida entre ciertos guardianes de la memoria de Enrique Lihn) me ha resultado una novela triste, tremendamente, triste, una mirada realista y descorazonadora del papel (marginal) del escritor en un mundo cruel gobernado por fuerzas poderosas que solo obedecen a intereses inicuos, ajenos al mundo de las Letras, ajenos al corazón del hombre.  

Francisco Rodríguez Criado 

Mi querido Dostoievski (novela)


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