Stepanchikovo y sus moradores, de Fiódor Dostoievski (El Aleph, 2010) |
Título: Fiódor Dostoievski
Autor: Stepanchikovo y sus moradores
Género: novela/literatura rusa
Primera edición: 1859, con el título Село Степанчиково и его обитатели, Seló Stepánchikovo i yegó obitátyeli)
Género: novela/literatura rusa
Primera edición: 1859, con el título Село Степанчиково и его обитатели, Seló Stepánchikovo i yegó obitátyeli)
Edición comentada: El Aleph Editores, del
Taller de Mario Muchnik, 2010
Dostoievski
ha pasado a la Historia de las Letras como el gran maestro ruso decimonónico
que desgranó con gran talento tesis sesudas sobre la humanidad (filosóficas,
religiosas, sociológicas, políticas, etcétera) en novelas ambiciosas como Los hermanos Karamazov o Crimen
o castigo. Se nos dice por activa y por pasiva que es uno de esos
escritores irrenunciables a los que debemos leer aunque su propuesta narrativa
nos exija un gran esfuerzo intelectual. Esa es precisamente una de sus grandes virtudes:
poner el intelecto al servicio de la narración, o viceversa (si se prefiere).
Y, sin
embargo, esa complejidad intelectual es una losa para ciertos
lectores. Iniciarse en Dostoievski a partir de sus obras más sobresalientes y
profundas (Los demonios, Diario
de un escritor, El idiota o las dos citadas antes…) podría no dar los frutos deseados.
Dos son las
novelas que yo recomendaría para romper el hielo: El jugador y Stepanchikovo
y sus moradores (publicada en
algunas ediciones con el título Stepanchikovo
y sus habitantes). Sobre El
jugador, una de sus obras más conocidas, se han escrito –como se suele
decir– ríos de tinta. De la segunda nadie parece acordarse, tanto que muchos
lectores –lectores de Dostoievski incluidos– apenas saben de su
existencia.
¿Por qué? Lo diré: Stepanchikovo
y sus moradores es uno de los
libros menos dostoievskianos de Dostoievski, algo que Mario Muchnik se encarga
de indicar en la contraportada de la edición que hoy comento, publicada en 2010
por El Aleph, en su colección Modernos y Clásicos/Clásicos Rusos. ¿Y en qué se
basa esa atipicidad? En su (falsa) ligereza unida a su amenidad. Stepanchikovo y sus moradores es quizá la novela más divertida
de Dostoievski, y supongo que por eso mismo, por extraño que pudiera parecer,
una de las menos conocidas. (Dostoievski escribió un ciclo de tres novelas
humorísticas, influidas por La commedia
dell´Arte. Una de ellas es precisamente Stepanchikovo
y sus moradores; las otras dos son El
sueño del tío y Una historia enojosa).
Antes que nada me siento obligado a decir que es una novela que se
lee casi como una obra de teatro. No en vano, al final del libro podemos leer
un Dramatis Personae que incluye veinte personajes, de los
que destacamos tres: el bonancible e ingenuo Yégor Ílich Rostañev, su sobrino y
narrador de la historia Serguéi Aledsándrovich, y el malhumorado, impertinente
e insoportable Fomá Fomich, antiguo bufón con aspiraciones literarias que por
capricho del destino acaba autoerigiéndose –con el aplauso de quienes le
rodean– en dueño y señor de la casa, ubicada en la aldea Stepanchikovo.
Narrada a modo de sainete, la novela retrata con gran pulso
narrativo y un ritmo que nunca decae a una caterva de personajes que a duras
penas –a excepción quizá del narrador– mantienen el tipo. Inocentes,
envidiosos, blandos o autoritarios, unos y otros escenifican una comedia de
enredo que evidencia la fragilidad de los valores morales y la ausencia de una
sólida preparación intelectual de gran parte de la sociedad rusa del siglo XIX.
(Al margen de provocar hilaridad, estos veinte personajes son tan diferentes
entre sí, que podríamos considerarlos un friso aceptable de la sociedad de la
época).
El argumento es aparentemente sencillo: el coronel retirado Yégor
Ílich Rostañev le escribe una carta a su sobrino en la que le ruega que le haga
una visita a Stepanchikovo. Hasta ahí lo sencillo. Luego el asunto se enreda,
porque la intención del bondadoso tío es que su sobrino se case con su niñera,
una joven de la que el propio tío está enamorado aun sin saberlo. Pero si está
enamorado de ella, ¿por qué trata de concertar ese matrimonio? Básicamente
porque, como digo, él no es consciente de esa pasión. He aquí otro de los
hallazgos narrativos de Dostoievski, al insertar el elemento del subconsciente
antes incluso de la llegada de Freud. (Recordemos que el escritor ruso murió en
el mismo año en que el psicoanalista vienés se graduaba como médico:
1881).
A partir de aquí se ponen en marcha una serie de enredos,
incomprensibles quizá para algunos lectores del siglo XXI, en la que un grupo
esperpéntico de personajes volubles (tienden a cambiar de opinión, y uno de
ellos, la generala, no hace más que desmayarse cuando no le gusta lo que ve) se
manifiestan en todo su esplendor, traicionados por sus propias motivaciones e
intereses.
Pero si interesante es el personaje del coronel (que recuerda al
papá Goriot de Balzac), más aún lo es Fomá Fomich, a quien Muchnik se atreve a
retratar como el “protagonista más odioso de la literatura mundial”. Cómo un
ser tan atrabiliario, tan cargado de defectos, es considerado un dechado de
virtudes por muchos de quienes le tratan, es una pregunta que se hará el lector
durante toda la novela.
No desvelo más. Repetiré lo ya dicho: Stepanchikovo y sus moradores es una novela gozosa. En ella no
encontraremos el mismo grado de digresiones sesudas a las que Dostoievski nos
tiene acostumbrados, pero el buen pulso narrativo lleva su firma. Intuyo que
algunos lectores no conseguirán comprender las fuerzas subterráneas que mueven
los hilos de los personajes de Stepanchikovo, y se perderán por tanto la
esencia de la propuesta narrativa del libro. Sin embargo, otros lectores (y
aquí me incluyo) leerán la novela con una sonrisa en los labios de principio a
fin y llegarán a la convicción de que la literatura del siglo XIX no sería la
misma sin el desvergonzado Fomá Fomich, una criatura repulsiva con la que,
intuyo, incluso el atormentado Dostoievski debió de pasar un buen rato.
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